martes, 31 de mayo de 2011

Conflicto como oportunidad o caos?

La vida nunca se equivoca. El conflicto tiene un fin, cumple un propósito. A veces las relaciónes que estan atoradas, fijas, rigidas, estancadas, necesitan del caos que produce el conflicto para renacer o rehacerse.

El conflicto nos muestra cuales son las áreas de fragilidad que tenemos nosotros mismos, la pareja es un gran espejo en donde nos podemos realmente conocer a nosotros mismos ya que esta muy dificil hacerlo porque el ojo no puede ver al ojo, necesita un espejo.

El conflicto es un resonar de problemas viejos que no están resueltos. La relación de pareja te los
muestra. Gracias a ese conflicto puedes llegar a ver todo aquello que viene de muy lejos y de muy
atrás y que aún no has resuelto, y gracias a tu pareja tienes acceso a ellos porque están en la
mente inconsciente.

Recordemos que todo conflicto al que se le saca la vuelta, deja una sombra sobre la relación y te
va a perseguir. Todo conflicto no resuelto y que le dolió a uno de los dos, va a generar “cobranza”:
“me quedo con el dolor, con las tripas hechas nudo y luego te lo cobro”. Hay parejas que viven en
cobranza por siempre, porque no resuelven nada, porque están resentidos. El resentimiento y el rencor
genera cobranza.

Tenemos que admitir que cuando hay un conflicto, hay cosas que se resuelven al cien por ciento,
con inteligencia, dedicación, amor; hay cosas que nunca se van a resolver y hay cosas que se van
a quedar a la mitad. Esto es, admitir que hay problemas que son míos; problemas que son tuyos y
problemas que son de el ser superior.

Tendríamos que admitir que hay parejas que van a resolver sus problemas; otras que van a
resolverlos a medias y otras que no los van a resolver y ahí tienen que dejar la relación. Pero
dejarla de buena manera,  irse sin odio, sin rencor, sin
resentimiento, sin dañar a los hijos.


Hay personas que tienen conflictos para relacionarse consigo mismos. Viven peleados consigo
mismos y cuando eso sucede pues se pelean con todos.

Autoestima es esa capacidad que podemos desarrollar y elegir si así lo queremos, para darnos
cuenta de toda aquella luz que tenemos en el quiénes somos ahora.

Todos tenemos bendiciones, que tengamos ojos para verlas es diferente, pero todos tenemos
áreas buenas y hay que celebrarlas.
En el club de los humanos, todos tendremos una sombra que cargar y que es esa parte que aún
no puedo superar y que me cuesta hacerlo.
Por ello, habría que desarrollar un poco de compasión hacia mí mismo por todo eso que aún me
duele de mí. Tengo que aprender a perdonarme todo lo que no puedo hacer, tengo que ser más
generoso conmigo a pesar de… no cuando sea perfecto, sino ahora, ahí está la clave de la
autoestima.

Nadie puede dar lo que no tiene. Si no me quiero yo, cómo te voy a querer a ti. Tendríamos que
empezar a darnos a nosotros; preguntarnos: cómo puedo ayudarme y después colocarlo en la
relación, con generosidad porque cuando yo me doy a mí con generosidad, quizá esa generosidad
me sirve para darte a ti.

Así, puedo darme cuenta de que no eres tan diferente de mí. Tu también quieres lo que yo quiero,
tú también quieres sonreír más tiempo que estar triste, es lo mismo que yo quiero. También
quieres que me dé cuenta de las cosas que haces bien y quieres un poco de reconocimiento, de
valoración… igual que yo. Quieres no sentirte amenazado, rechazado… igual que yo. Quieres
más ratos de alegría, quieres más ratos de sonreír a mi lado… igual que yo. Igual que yo también
quieres sentirte amado.

Cuando logre comprender eso, sucede algo mágico. Cuando vemos al otro como nuestro igual,
otro humano como yo, falible y luminoso, es que puede descender sobre la relación de pareja eso
que se llama: gracia.

La gracia desciende sobre la relación cuando tú y yo somos simplemente dos humanos que nos
encontramos en el camino.

Uno decide si ve a la crisis como una oportunidad para crecer, para aprender, para madurar, o si lo vemos como un caos, un drama, un sufrimiento que lo único que nos genera es la evasión suficiente para no crecer, para quedarnos en la zona de confort, riguidos e inmoviles, una posición sumamente comoda, no creen?

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