Así mismo, la mujer nace de la madre y asume la feminidad, luego se acerca al padre con quien conoce el mundo masculino. Este recorrido finaliza cuando vuelve a la madre, quien se convierte en su modelo de identificación. La mujer que se queda en el ámbito del padre se llena de masculinidad y no puede identificarse con la madre, se convierte entonces en la favorita, la amante perfecta, la seductora, pero no en la mujer adulta que tiene una relación de pareja estable. Cuando se hace el recorrido completo, se trata al otro sexo como un igual, no se compite, ni se envidia a la pareja, se es complemento. El hijo que está al lado del padre respeta a la madre y a la mujer; el que se queda en la madre, domina, subyuga y abusa de la mujer. La hija que vuelve a la madre respeta al padre y al hombre; la que se queda en el padre, manipula, controla, domina y maltrata o explota al hombre.
Esto da paso a creer que las relaciones amorosas son conflictivas, pero según Ingala Robl "cada uno de los integrantes en la pareja carga con historias familiares detrás. La dinámica oculta surge en muchos momentos de la vida y es inconsciente. Por eso Tratamos de resolver estas responsabilidades de forma inconsciente, lo que afectan nuestras relaciones de pareja. Parte del cambio se logra cuando por fin nos quitamos la venda de los ojos y somos capaces de mirar a nuestra familia y tomar conciencia de lo que reproducimos de ella. Es importante este proceso para cerrar ciclos y librarse de responsabilidades que son de nuestros ancestros, no nuestras. En Constelaciones familiares sabemos que amar no es suficiente. Si no hay un orden en nuestra vida, ese amor no dura o se va convertir en un gran sufrimiento".
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